El mundo taurino en cifras
La fiesta del toro es un motor de economía que no sólo genera empleo sino que además produce un gran negocio y da de comer a miles de familias. Según la Junta de Andalucía en toda España este sector mueve 2.500 millones de euros y en Andalucía unos 500 millones. En cuanto al número de empleos que supone, la fiesta nacional general entre 180.000 y 200.000 puestos de trabajo directos.
La fiesta es un motor de empleo y de riqueza y es un factor medioambiental importante. Andalucía es la comunidad autónoma con mayor número de dehesas. Pero hay otro dato importante que aporta el toro: el asentamiento de población en los pueblos donde existen dehesas y ganaderías. Hay muchas personas trabajando en estas fincas dedicadas a la cría y cuidado del toro y si no fuera por ese trabajo muchos de ellos habrían emigrado a la ciudad. Criar a un toro es muy caro: durante cuatro años vive como el rey de la dehesa, con un mayoral y muchas personas a su cargo.
Por su parte Carlos Nüñez, presidente de la Mesa del Toro, recuerda que la fiesta nacional es el segundo espectáculo de masas en España por detrás del fútbol. Por ello insiste en que si se suprimiera «desaparecería mucho empleo» ya que además del empleo directo también hay mucho «inducido» como el del turismo que se produce en una localidad cada vez que se celebra una corrida de toros. Núñez admite también que las entradas de toros son caras y lo achaca a los fuertes gravámenes que tienen ya que el impuesto ronda el 21 por ciento. «Con esos impuestos, uno de cada cinco espectadores se los come la administración». dice Núñez, recordando también lo costosa que es la cría del toro.
La crisis también golpea a este sector según Mundotoro
Desde que comenzó la recesión en el año 2007, en España se han celebrado alrededor de 350 festejos menos. En los años de bonanza, por estas fechas se ofrecían en torno a los 650 espectáculos taurinos; en el año 2012 la cifra rondó los 300, contribuyendo a un descenso de más del 50%. La oferta de novilladas se ha visto reducida en un 75% en nuestro país desde el año 2007 y de 82 festejos a 55 festejos esta temporada, siendo el tipo de espectáculo taurino más lastimado por la crisis actual. En contraste con España, la alternativa la ofrece Francia con una estabilidad abrumadora. Mientras que en el territorio español los festejos caen en picado, en el país vecino los números mantienen una constante.
En los años 2010-2011 el 8,5% de los españoles asistieron a los toros, lo que supone un descenso respecto al 9,8% de 2006-2007. Los niveles de asistencia son significativamente superiores en los varones, 10,6%, que en las mujeres, 6,4%. Las mayores tasas de asistencia se registran en el grupo central de edades, de 35 a 54 años y en los más jóvenes.
Por autonomías, el 22,7% de las corridas de toros celebradas en 2012 tuvieron lugar en Andalucía, seguida de la Comunidad de Madrid, con el 17,9%, y de las comunidades autónomas de Castilla-La Mancha y Castilla y León, que acogieron el 12,8% y el 11,8%.
El mundo del toro no es siempre un negocio de millonarios. Los empresarios que regentan las principales plazas (Madrid, Sevilla, Valencia, Bilbao), y toreros como El Juli, José Tomás o Enrique Ponce, representan tan sólo un pequeño grupo de afortunados que realmente gana dinero.
En España hay un total de 2.950 plazas de segunda y tercera categoría, y esto sin contar las plazas portátiles. La mayor parte de los espectáculos taurinos dependen de los pequeños empresarios que regentan estas plazas. Ellos son los que organizan las corridas, las novilladas y los rejoneos en todos los pueblos y pequeñas capitales de España. El volumen de negocio que manejan estos empresarios es mucho menor que el que se mueve en las grandes plazas, sin embargo, representan la mayoría del sector taurino.
Es un negocio poco rentable porque los gastos de un empresario taurino en una corrida en un pueblo oscilan entre los cincuenta y los sesenta mil euros. Los ayuntamientos suelen ofrecer una subvención de veinte mil euros como mucho para que las entradas no cuesten más de 20 euros. Teniendo en cuenta que las plazas no se llenan, los ingresos por la venta de entradas no superan los treinta mil euros. Es suficiente sumar y restar para comprender lo que supone, en las circunstancias actuales, y en estos espectáculos el gasto añadido de transportar e incinerar los toros.
Fuente: texto adaptado
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