viernes, 26 de septiembre de 2014

¿Una Cataluña fuera de España?

Artur Mas, presidente del gobierno catalán, convocará el referéndum separatista

Los miembros del gobierno catalán han dejado claro que su único propósito para los próximos meses es la celebración del referéndum. Desde el gobierno advirtieron que actuarán con celeridad para impedir el referéndum. "El Gobierno contestará (a Mas) con los mecanismos que la Constitución y la ley nos dan", dijo hoy la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría.

Rajoy, de viaje oficial en China hasta el sábado, tiene preparados los recursos que prevé presentar ante el Tribunal Constitucional contra la consulta. Los registrará una vez que Mas rubrique la convocatoria y tras el visto bueno de los ministros en un Consejo extraordinario que podría celebrarse el domingo.

La recta final de este proceso está marcada también por la comparecencia en el Parlamento de Cataluña el viernes del ex presidente de la región Jordi Pujol, "padre político" de Mas, quien confesó haber ocultado su fortuna en paraísos fiscales durante más de 30 años.

¿Qué consecuencias económicas tendría una eventual separación de Cataluña del resto de España?

Grandes empresas se marcharían de Cataluña; La renta per cápita caería en 5.600 euros y se situaría por debajo de la media española; El PIB sufriría un brusco descenso del 20%; Se perdería uno de cada seis empleos.Incertidumbres políticas, tensiones sociales, desconfianza de los mercados, huida de inversiones, posibles fugas de capitales e introducción de una nueva moneda serían las primeras consecuencias.

Pero la realidad es más dura. Algunas empresas han avisado que se marcharían de Cataluña en caso de obtener la secesión, otras, en cambio, ya lo han hecho, el último conocido, el de la Jijoneneca ( fabricante de turrones y polvorones). El presidente de Volkswagen-Audi España, Ludger Fretzen, ha declarado que "Volkswagen-Audi abandonaría Cataluña en caso de secesión". Recordemos además que la empresa SEAT, pilar fundamental de la industria catalana, es filial de Volkswagen y vende la mayor parte de su producción en el extranjero por lo que es improbable que un sector tan competitivo como el del automóvil permaneciera en Cataluña si sus exportaciones se encarecieran con aranceles y otros costes suplementarios por los efectos de la salida de la UE. SEAT genera el 1,2% del PIB de Cataluña y el 5,1% del todos los empleos de la industria catalana. El presidente del Grupo Planeta, José Manuel Lara, una de las diez empresas más importantes de Cataluña, ha anunciado que "si Cataluña fuera independiente, "se tendría que ir".

La caída en las ventas al resto de España de las empresas catalanas y el traslado en algunos casos de su actividad al resto del país en forma de deslocalizaciones tendrían obviamente su reflejo directo en la pérdida de empleos. Sólo la posible deslocalización de la actividad de SEAT supondría la pérdida de unos 40.000 empleos catalanes directos e indirectos. La separación de las empresas catalanas de su principal mercado de donde obtienen la mayor parte de sus ingresos, que es el resto de España, comportaría una caída del PIB de 25.584 millones de euros, el 60.53% del total de la caída de la riqueza prevista de Cataluña en caso de secesión. Del análisis del comportamiento relativo de las curvas de desempleo y el PIB en el caso de Cataluña, puede estimarse que la caída prevista del PIB catalán del 20.15% conllevaría una caída de la población ocupada en una estimación conservadora del 17,18%, lo cual equivale a 495.000 parados registrados adicionales a los ya existentes. En otras palabras, aproximadamente 1 de cada 6 catalanes actualmente con empleo podría perderlo.

Los estudios auguran una caída de las ventas catalanas al resto de España de más del 50% de media en los primeros cuatro años como país. 

Cataluña  se quedaría fuera de la UE, como han asegurado recientemente el comisario de la Comisión Europea, Joaquín Almunia, el portavoz de CiU en el Congreso, Josep Antoni Duran Lleida, y la vicepresidenta de la CE, Viviane Reding. La misma advertencia que se hizo a Escocia.

En ese caso, las exportaciones de las empresas catalanas a la Unión Europea, incluida España, quedaría gravado con un arancel cercano al 1,6% sobre el valor de la mercancía importada por los países de la Unión. Este porcentaje es el que se aplica en la actualidad.
Estas cargas harían aumentar los precios de los productos catalanes con lo que disminuirá la demanda de los mismos.

Contrariamente a lo que en ocasiones se piensa, el efecto más pernicioso para la economía catalana en caso de una hipotética secesión no sería tanto la salida de la Unión Euro sino la salida de España.

Pero, tal como señala el ex-ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, la independencia de Cataluña también afectaría profundamente al resto de España, que no podría "sobrevivir" en el euro, y ha asegurado que para los catalanes "ni España es el problema, ni la independencia la solución".

"No se puede concebir una España sin Cataluña, sería una realidad radicalmente distinta", ha aseverado el ministro, que ha insistido que "Cataluña no es una extremidad que se pueda arrancar del tronco".

El ex-ministro también se ha referido al anuncio del presidente de la Generalitat, Artur Mas, de que convocará un referéndum de autodeterminación si es reelegido, y ha afirmado que no contempla que un alto cargo del Estado pueda actuar incumpliendo la ley y la Constitución. "Nadie en el siglo XXI entendería que en una Democracia se pueda incumplir la ley", ha señalado Ruiz-Gallardón, que ha indicado que la respuesta al posible envite de Mas se encuentra ya prevista en la Constitución.

Para el ministro, el actual debate soberanista en Cataluña nace de la crisis económica y de los errores de los anteriores gobiernos, especialmente del tripartito, por lo que considera que la respuesta tiene que ser retornar a los principios del catalanismo.

lunes, 22 de septiembre de 2014

Quizá no lo sabías pero...en España se trabaja más horas que en el resto de Europa



Los españoles hace tiempo que asumimos el Spain is different. Quizá por eso a muchos no les extrañe que nuestros horarios cotidianos, tanto en el ámbito personal como en el laboral, constituyan una singularidad en Europa. Ni siquiera nos asemejamos a otros países mediterráneos como Grecia e Italia. Tampoco a nuestros vecinos, Portugal y Francia. Aunque no nos levantamos mucho más tarde, cuando ellos comen, aquí alguno todavía está tomando el café de media mañana; y cuando cenan, ni siquiera hemos salido de trabajar; así que cuando muchos europeos se van a dormir, aquí aún se recogen los platos de la cena. La diferencia estriba, fundamentalmente, en la larga jornada laboral.

“Según datos de la Fundación Europea para la mejora de las condiciones de vida y de trabajo (Eurofound), los españoles pasamos en el trabajo una media de 1.720 horas al año; 26 más que los ingleses, 41 más que los italianos, 58 más que los suecos, 65 más que los alemanes, 92 más que los daneses y 125 más que los franceses”, explica Ignacio Buqueras, presidente de la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles. Las cifras del European Industrial Relations Observatory (EIRO) indican que la jornada laboral pactada en España es de 38,4 horas semanales, frente a las 37,7 de Alemania, 37,3 de Reino Unido o las 35,6 de Francia. Y hay estudios que amplían esa diferencia. Lo cierto es que, según los informes sobre empleo de la Unión Europea, España tiene unos tiempos de trabajo más extensos que la media comunitaria. Entonces, ¿de dónde viene la fama de que en España todo es fiesta y se trabaja poco?

Las palabras de Mark Jeffery, un británico de 42 años que ha vivido en el Reino Unido, Francia, Bélgica e Italia antes de instalarse en Barcelona hace once años, resultan muy clarificadoras: “En España el día laboral es más largo, pero no más productivo debido a la mayor pausa para comer y a la duración de las reuniones”. Yolanda Gutiérrez, socia del área de capital humano de la consultora Mercer, cree que la diferencia no reside en las horas de trabajo oficiales, sino en la forma de enfrentarse a esas horas". Con la experiencia de trabajar en una multinacional, Gutiérrez señala que aquí se dedica más del doble de tiempo a la comida, pero asegura que hay otras cuestiones que influyen en nuestros horarios y alargan la hora de salida. De entrada, que en muchas empresas se mantiene la cultura de premiar la permanencia en el puesto de trabajo en lugar de valorar por objetivos. “Eso hace que incluso el que se lleva la comida al trabajo y come en veinte minutos no acorte el paréntesis del mediodía, sino que respeta la pausa de hora y media y se va a pasear, a hacer ejercicio, a comprar… porque sabe que aunque regrese rápido a trabajar no saldrá antes, así que prefiere relajarse y desconectar un poco al mediodía”, explica.

Ignacio Buqueras asegura que no siempre fue así. La prolongación de la jornada laboral y los tardíos horarios de comida y cena tienen explicaciones históricas. Esto viene de los años 40 del siglo pasado, en que se cambió el horario español para ajustarlo al de Alemania, dada la simpatía de Franco por Hitler. Hasta entonces nuestros horarios eran muy parecidos a los europeos: almorzábamos al mediodía y cenábamos entre las siete y las ocho de la tarde, apunta. nuestro país se rige hoy por la hora de Berlín –la de Europa central– y no por la de Londres –la de Europa Occidental–, que es la de Canarias y la que debería tener todo el territorio”, indica Buqueras. Y añade otro hecho que afectó a los horarios de comida y cena: el pluriempleo de la posguerra, que consolidó una clara división del día en una primera jornada de mañana prolongada, trabajando hasta las dos, luego una pausa extensa, y por la tarde una segunda jornada. Y esa doble jornada acabó por consolidarse en un horario laboral “normal” de 9 a 19, con dos horas para comer, y una tendencia más que frecuente de alargarse hasta las 8 o las 9 de la noche. “Hay que introducir cambios y desterrar la idea de que el profesional que pasa más horas en el trabajo y más tarde llega a casa es el más productivo y el que más reconocimiento obtiene”, subraya.

Cada vez son más las voces que advierten que los extensos horarios laborales españoles –que a su vez alargan los horarios comerciales– no son buenos para nadie, ni siquiera para las empresas, a juzgar por los datos de productividad. En las multinacionales y en todas aquellas empresas que comercian con compañías de otros países, el periodo que va desde las doce del mediodía hasta las cuatro o cuatro y media de la tarde es improductivo, porque cuando no comen unos comen otros y resulta imposible contactar con el resto del mundo o avanzar trabajo juntos.  “Los largos horarios nos impiden conciliar nuestra vida personal, familiar y laboral; dificultan la igualdad real entre hombre y mujer, merman la calidad de vida, no nos dejan dormir tiempo suficiente, perjudican a la salud, afectan a la productividad, a las relaciones comerciales y al rendimiento escolar, e inciden en una mayor siniestralidad laboral y de tráfico”, resume Ignacio Buqueras.

Una de las consecuencias claras y que más debate suscita es la dificultad de combinar los horarios de los padres con los de los niños, y los perniciosos efectos de alargar las jornadas escolares de estos últimos. Bastaría, según algunos, con ajustarse al horario europeo, más madrugador e intensivo, y desterrar la jornada partida y la larga pausa de la comida para solventar en gran medida estos problemas sin necesidad de negociar medidas de conciliación y reducciones de jornada. El primer paso podría ser sincronizar los relojes españoles con los de Portugal y Reino Unido y mantener nuestras rutinas respecto al horario solar. Es decir, que quien ahora entra a trabajar a las nueve lo haría a las 8; en lugar de comer a las dos lo haría a la una, y en vez de salir a las siete lo haría a las 6. Eso también supondría adelantar la hora de la cervecita, de la cena y de irse a dormir. 

Datos curiosos: los horarios españoles para las comidas

Los horarios de comidas y cenas en España son diferentes a los de nuestros vecinos. Somos el país de Europa que más tarde se acuesta y, por eso también, los que nos levantamos por las mañanas con más ojeras. Fuera de España, la comida es ligera y la cena, familiar. Hace unos años una encuesta establecía que en España se cena de media a las 22:00 horas, frente a las 19 horas de Francia. Por añadidura, la jornada laboral es más larga y las horas de sueño más cortas que en otras naciones de Europa. Los estudios realizados hasta ahora recogen también que un 65% de los españoles permanece despierto más tarde de las doce de la noche, cuando en los países vecinos llevan tiempo de sueño. Los programas de televisión de más audiencia empiezan a las diez y media de la noche y acaban a la una de la madrugada. Son costumbres con un enorme coste en salud, bienestar y productividad que termina afectando sobre todo a la vida laboral de las personas.
Fuente: texto adaptado de: www.lavanguardia.com

¿Cómo es el horario laboral de tu país?
¿Piensas que sería bueno que España adaptara el suyo al del resto de Europa?